Renta Joven no muere, se reinventa: de la mesada estudiantil a la construcción de futuro colectivo
El director de Prosperidad Social, Mauricio Rodríguez Amaya, fue claro: el programa Renta Joven no se acaba, se fortalece. Según lo establecido en el Decreto 1960 de 2023, la iniciativa sigue en marcha y ahora suma un ingrediente clave: trayectorias de vida que le apuestan a que la plata no sea solo un apoyo pasajero, sino una puerta a proyectos duraderos.
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De la ayuda al camino productivo
El objetivo es sencillo pero potente: apoyar a jóvenes en pobreza y vulnerabilidad con transferencias monetarias que faciliten su permanencia en la universidad, pero, además, abrirles la puerta a cooperativas y modelos asociativos juveniles. En palabras del director Rodríguez:
Ninguna transferencia, por sí sola, saca a alguien de la pobreza de forma permanente
La jugada está en pasar del apoyo inmediato a la economía popular organizada, con jóvenes que no solo reciban, sino que también construyan redes y proyectos de futuro.
Petro y el Plan Nacional de Desarrollo ponen el marco
La idea encaja con la línea del gobierno Petro: dinero más organización, para que la inclusión social y económica sea sostenible. Así, Renta Joven no solo paga matrícula o incentiva la excelencia académica, sino que también prepara terreno para ingresos estables y colectivos.
Mesas técnicas: la voz estudiantil al centro
La estrategia ya arrancó con mesas técnicas de diálogo entre Prosperidad Social, consejos estudiantiles de 35 universidades públicas y representantes de otras IES del país. La idea es que los estudiantes participen en el diseño del modelo asociativo y no se quede como una propuesta de escritorio.
Estas conversaciones se ampliarán a encuentros regionales para escuchar a más jóvenes, y el cronograma será publicado en los próximos días.
Cuando el apoyo se convierte en futuro
Lo que antes era visto como un simple subsidio ahora se transforma en un proyecto de vida. Renta Joven busca dejar atrás la lógica del “te doy un giro y ahí nos vemos”, para apostarle a que los estudiantes construyan comunidad, tengan autonomía y se organicen económicamente.
El reto está en la ejecución: que las mesas no se queden en promesas, que las cooperativas no sean solo un discurso y que los jóvenes sientan el respaldo real del Estado. Si se logra, Renta Joven puede pasar de ser un alivio temporal a un motor de transformación social en las universidades y en los barrios del país.
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