En el barrio Villa del Mar en Barranquilla, comunidad y liderazgo se unen para proteger a la niñez y juventud del riesgo social, apostando por la cultura, el deporte y el trabajo colectivo como camino hacia la paz
En el corazón del corregimiento de La Playa, en Barranquilla, un grupo de mujeres lidera una transformación silenciosa pero poderosa. La Fundación Social Constructora de Paz (FUNSOCOPAZ) trabaja día a día con niños, niñas, adolescentes y jóvenes que enfrentan entornos marcados por la desigualdad y la vulnerabilidad social.
Su objetivo es claro: rescatar a la juventud de los riesgos del reclutamiento, el abandono y la violencia, ofreciendo espacios seguros donde la cultura, el deporte y la educación se convierten en herramientas de transformación.
Aquí no solo formamos deportistas, formamos seres humanos. Queremos que nuestros jóvenes crean que pueden construir un mejor futuro- afirma Marta Hoyos, representante de la fundación
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Los Cangrejos: un equipo que nació para soñar
De este proceso comunitario surgió el Club Deportivo Los Cangrejos, un proyecto que combina disciplina, talento y esperanza. Bajo el liderazgo de Marta González, el club se ha convertido en un punto de encuentro donde los jóvenes aprenden no solo a competir, sino también a trabajar en equipo, respetar y perseverar.
Más que un espacio deportivo, Los Cangrejos simboliza la resistencia de una comunidad que decidió responder a la exclusión con organización, a la violencia con educación y al olvido con solidaridad.
El poder del territorio: cuando la paz se construye desde abajo
Funso Copaz representa el espíritu de las iniciativas comunitarias que transforman el tejido social desde lo local, apostando por la prevención antes que por la represión.
En contextos donde el riesgo de reclutamiento y la deserción escolar siguen siendo desafíos, estas acciones se convierten en mecanismos de protección integral y acompañamiento emocional.
El barrio Villa del Mar, tradicionalmente golpeado por la falta de oportunidades, hoy respira un aire distinto. Los niños y jóvenes tienen un motivo para quedarse, para soñar y para creer que la paz no es solo una palabra, sino una realidad posible.
Análisis: la paz territorial se juega en las canchas y los escenarios culturales
El trabajo de Funso Copaz es un recordatorio de que la construcción de paz no depende únicamente del Estado, sino también del tejido social que se teje desde los territorios. Cada balón, cada canción y cada taller de formación representan una victoria sobre la desesperanza.
En un país donde el conflicto ha arrebatado generaciones enteras, las iniciativas comunitarias como esta son una forma de reparación colectiva. No buscan protagonismo ni reconocimiento mediático, sino algo más profundo: garantizar que la niñez tenga futuro, que los jóvenes tengan voz y que la comunidad tenga paz.
“Seguimos creyendo que la paz se construye con la fuerza y el corazón de la gente”, concluye Marta Hoyos, recordando que en La Playa la paz tiene nombre, rostro y comunidad
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