Desde Santa Marta, el mandatario propuso una unidad latinoamericana que supere las cadenas del pasado y proyecte libertad para las futuras generaciones
En el marco de la conmemoración de los 215 años del Grito de Independencia, el presidente de la República pronunció un discurso cargado de simbolismo desde Santa Marta, ciudad que calificó como “el corazón del mundo”. Antes del tradicional desfile militar, el mandatario se dirigió a la ciudadanía y a las Fuerzas Militares con una propuesta ambiciosa: imaginar una nueva Gran Colombia, no solo como un proyecto político, sino como una construcción espiritual, cultural y civilizatoria basada en la justicia social, la libertad plena y la dignidad de los pueblos.
Puedes leer: Soldados profesionales desfilan por primera vez en la capital: un paso firme hacia la historia
Santa Marta como epicentro de un nuevo proyecto civilizatorio
En su intervención, el jefe de Estado destacó el valor histórico y simbólico del Caribe colombiano. Propuso a Santa Marta como el punto de partida de una nueva narrativa continental que supere las fronteras impuestas por el tiempo y la violencia, e impulse un sueño colectivo de transformación profunda. Evocando cinco siglos de historia, el mandatario hizo un llamado a “revivir el grito del 20 de julio”, ahora como un grito de futuro y unidad, más allá de las diferencias.
“El corazón vital de la tierra, Santa Marta y su ciénaga… ayudarán a la humanidad que viene”, expresó, evocando el paisaje samario como lugar de memoria y renacimiento.
Juventud, mar y memoria: los tres pilares del mensaje presidencial
El discurso no solo miró hacia la historia, sino que apuntó directamente al porvenir. En una metáfora potente, el presidente invitó a “volver a mirar el mar”, no como frontera, sino como camino de retorno hacia los valores fundamentales de libertad y soberanía. Imaginó a las nuevas generaciones recuperando, simbólicamente, los tesoros perdidos en los galeones del pasado: no solo riquezas materiales, sino la libertad arrebatada.
Asimismo, la alusión al Palacio de la Inquisición de Cartagena, hoy renombrado en honor a Benkos Biohó, líder cimarrón y símbolo de emancipación afrodescendiente, reforzó un mensaje de resignificación de la historia y justicia restaurativa: “Donde hubo cadenas, que hoy haya memoria y nunca más opresión”.
Entre el sueño bolivariano y la agenda del presente
El discurso presidencial del 20 de julio de 2025 retoma uno de los hilos más profundos del pensamiento latinoamericano: la unidad regional como camino hacia la emancipación definitiva. Desde la gesta bolivariana en el siglo XIX hasta los proyectos contemporáneos de integración, como la CELAC o UNASUR, la idea de una “Gran Colombia” ha sido un anhelo recurrente y frustrado por intereses geopolíticos, disputas internas y la intervención extranjera.
Lo notable de esta propuesta no es solo su carga retórica, sino el contexto en el que se plantea: una Colombia sacudida por conflictos sociales, desafíos económicos y una búsqueda de nuevo rumbo institucional. Al invocar símbolos como Santa Marta, el mar Caribe, y líderes como Benkos Biohó, el presidente busca anclar su proyecto político en una visión de justicia histórica que revaloriza las voces antes marginadas.
Sin embargo, el reto está en traducir esta narrativa en políticas públicas tangibles que efectivamente conecten al país con sus raíces y sus vecinos, y que dignifiquen la vida de las mayorías. El discurso deja entrever una apuesta por la memoria como herramienta de futuro, y por la juventud como protagonista de una transformación que va más allá de lo material: se trata de recuperar el alma de un continente aún en búsqueda de su libertad.
Realice su donación en Noticias La Voz Realities
Con tu aporte, apoyas el periodismo independiente y alternativo dando clic en el botón de BOLD: