El presidente confirmó que el presunto autor del ataque es un menor de 14 años. Llamó a proteger la infancia y criticó el uso político del hecho
La noche del sábado 7 de mayo de 2025, el presidente Gustavo Petro se dirigió al país para referirse al atentado contra el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay. La intervención presidencial no solo fue un acto de condena al ataque, sino también una declaración política cargada de matices sobre la protección de la infancia, la ética política y el rumbo del país. Presidente Gustavo Petro se pronuncia tras atentado al Senador del Centro Democrático.
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Un menor de edad, presunto autor del ataque
Uno de los momentos más impactantes del discurso fue la confirmación de que el presunto autor material del atentado sería un adolescente de 14 años, identificado como Juan Sebastián Rodríguez Casallas. El presidente Gustavo Petro subrayó que, pese a la gravedad del hecho, la legislación colombiana obliga a brindar protección al menor.
“Las leyes nos obligan a protegerlo por ser niño. Si no cuidamos a los niños de la patria, no tendremos patria”, expresó el mandatario, apelando al sentido moral y jurídico de la sociedad.
Crítica al uso político del atentado
El presidente también arremetió contra lo que considera una instrumentalización política del ataque. Sin mencionar directamente a nadie, Petro advirtió sobre los riesgos de utilizar el dolor ajeno como herramienta electoral o de confrontación partidista.
“Tenemos que rechazar el intento oportunista de utilizar con fines políticos el dolor de la familia y del mismo Miguel Uribe Turbay. No es el fin político lo primero. Hoy es la vida”, afirmó.
La frase resonó como una defensa de su llamado “Gobierno de la vida”, uno de los ejes conceptuales de su administración.
Síntesis: entre la política y la ética pública
El pronunciamiento de Petro mezcla sensibilidad institucional con cálculo político. Por un lado, reconoce la gravedad del atentado y respalda el principio de proteger a los menores implicados en delitos graves, como lo exige la ley. Por el otro, lanza un mensaje implícito a sus detractores, sugiriendo que hay quienes se valen del ataque para alimentar agendas políticas.
Este tipo de declaraciones abren un necesario debate: ¿hasta qué punto se puede —o se debe— separar lo jurídico de lo político en hechos tan delicados como un atentado? ¿Y cómo blindar estos momentos de la manipulación electoral sin despolitizar lo que, por naturaleza, es político?
La intervención de Petro puede verse como un intento de tomar control narrativo en medio de una crisis. Pero también como una oportunidad para invitar a una reflexión más profunda: la violencia política, venga de donde venga, no puede seguir siendo un capítulo más del juego partidista. Y si los niños están involucrados, la urgencia de actuar con justicia y humanidad es aún mayor.
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