El índice de precios al consumidor creció un 0,28% en julio, con los alimentos frescos y el alojamiento como protagonistas, mientras la inflación anual se mantuvo por debajo del 5%
En julio de 2025, el IPC total registró una variación mensual del 0,28% frente a junio, marcada por el aumento en Alimentos y bebidas no alcohólicas (0,82%) y Alojamiento, agua, electricidad, gas y otros combustibles. Entre los alimentos, el tomate de árbol (19,51%), la zanahoria (19,38%) y la cebolla (10,50%) lideraron los incrementos, mientras que la papa, la arracacha y los bananos aliviaron parcialmente la presión con descensos de precio según informó el DANE.
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La salud también encarece, la moda retrocede
La división Salud fue la segunda con mayor aumento (0,39%), principalmente por el alza en productos farmacéuticos, exámenes de laboratorio y elementos médicos. En contraste, Prendas de vestir y calzado presentó la menor variación mensual (-0,08%), con reducciones en ropa masculina y servicios de lavandería.
Comportamiento acumulado: inflación más baja que en 2024
Entre enero y julio de 2025, la inflación acumulada fue del 4,02%, menor a la del mismo periodo de 2024 (4,32%). La Educación lideró las alzas en el año corrido (5,69%), seguida de Alimentos y bebidas no alcohólicas (5,65%), donde el tomate, el café y la cebolla duplicaron o triplicaron sus precios. Por el contrario, la papa cayó un 20,21% y los equipos de telefonía móvil se abarataron un 17,64%.
Inflación anual: bajo el 5%, pero con focos calientes
La variación anual del IPC se ubicó en 4,90%, impulsada por los rubros de Restaurantes y hoteles (7,59%) y Educación (7,56%). Las bebidas calientes, la comida en comedores y las matrículas escolares encabezan los incrementos. En el lado opuesto, la tecnología de consumo, especialmente los celulares, mostró caídas de más del 27%.
Bienes y servicios: radiografía por tipo de consumo
Siguiendo el estándar COICOP, los bienes no durables (como alimentos y bebidas) mantienen alta incidencia en el IPC, mientras que los bienes duraderos (vehículos, muebles) y semiduraderos (ropa, calzado) muestran mayor estabilidad o incluso descensos, reflejando un patrón de gasto más conservador en bienes de uso prolongado.
Señales de alivio, pero con riesgos latentes
La cifra de inflación anual por debajo del 5% confirma que Colombia avanza en el control del costo de vida tras los picos de 2022 y 2023. Sin embargo, el peso de los alimentos frescos y de rubros como vivienda y educación advierte que el alivio es desigual: los hogares de ingresos bajos y medios siguen expuestos a variaciones abruptas en la canasta básica.
El fuerte aumento en precios de verduras como tomate y cebolla evidencia la sensibilidad de la inflación a choques de oferta, en especial climáticos. El descenso en bienes duraderos y tecnología podría impulsar el consumo en esos sectores, pero no compensa el impacto que el gasto recurrente en alimentación, arriendos y servicios educativos tiene sobre los presupuestos familiares.
De mantenerse la estabilidad en energía y combustibles, y si el clima favorece la producción agrícola, el país podría cerrar 2025 con una inflación más cercana al rango meta. No obstante, factores externos como volatilidad cambiaria o tensiones en cadenas de suministro seguirán marcando el pulso del bolsillo de los colombianos.
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