El precandidato presidencial no logró superar las graves heridas sufridas en un atentado en junio; su partida deja un vacío en la política nacional y un duelo en su familia y seguidores
En la mañana del lunes 11 de agosto, Colombia recibió la noticia del fallecimiento del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, de 39 años. El político permanecía hospitalizado desde principios de junio, luego de ser víctima de un atentado en un acto público realizado en Fontibón, Bogotá.
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Tras el ataque, fue trasladado de urgencia a la Fundación Santa Fe, donde un equipo médico multidisciplinario trabajó incansablemente para estabilizarlo. Sin embargo, su estado se complicó de manera grave el pasado sábado 9 de agosto, cuando presentó una hemorragia en el sistema nervioso central, lo que obligó a una intervención de urgencia y lo dejó nuevamente en condición crítica.
Palabras que despiden y conmueven
La noticia fue confirmada por su esposa, María Claudia Tarazona, quien compartió un mensaje lleno de amor y dolor:
Siempre serás el amor de mi vida. Gracias por una vida llena de amor, gracias por ser un papá para las niñas, el mejor papá para Alejandro. Espérame, que cuando cumpla mi promesa con nuestros hijos, iré a buscarte y tendremos nuestra segunda oportunidad
Su hermana, María Carolina Hoyos, también se pronunció:
Miguel guerrero, esta fue la voluntad de Dios. No encuentro explicaciones, pero no me queda más que asumir este nuevo dolor con fe. Estoy segura de que nuestra mamá te recibe hoy con los brazos abiertos, y que nuestra abuela también te espera con ternura infinita. Vuela alto y descansa en paz
Un golpe para la política nacional
Miguel Uribe Turbay era una de las figuras emergentes más visibles en el panorama político colombiano. Su aspiración presidencial y su papel en el Senado lo habían convertido en una voz constante dentro del debate público. Especialmente en temas de seguridad, economía y transparencia institucional.
Su muerte, producto de un hecho violento que aún indigna, reabre el debate sobre la seguridad de los líderes políticos y la fragilidad del orden público en Colombia.
Un adiós que deja preguntas abiertas
El fallecimiento de Uribe Turbay no solo significa la pérdida de un líder político en ascenso, sino que plantea interrogantes sobre el avance de las investigaciones en torno al atentado que sufrió. La violencia política, aunque menos frecuente que en décadas pasadas, sigue marcando la vida democrática del país.
Este caso pone de manifiesto la urgencia de fortalecer los mecanismos de protección y la inteligencia preventiva para resguardar la integridad de quienes participan en la vida pública. Además, deja sobre la mesa el reto de que el país no se acostumbre a que la violencia defina sus procesos políticos.
La figura de Miguel Uribe Turbay quedará asociada a la perseverancia y al trabajo político constante. Pero también a un contexto nacional donde la intolerancia y el crimen aún amenazan el debate democrático.
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