El congresista reaparece con un perdón vacío tras sus declaraciones ofensivas a la congresista María Fernanda Carrascal, confirmando que en la política del espectáculo, el ruido importa más que la responsabilidad
La madrugada del 5 de noviembre de 2025, el representante a la Cámara Miguel Polo Polo publicó en su cuenta de X una supuesta disculpa dirigida a la congresista Mafe Carrascal, por los ataques machistas y denigrantes que durante meses profirió contra ella.
Sin embargo, lejos de cumplir el propósito ordenado por el Consejo Nacional Electoral (CNE), su publicación se convirtió en una muestra más de lo que la propia Carrascal describió como “minúscula valentía”: un acto tibio, vacío y sin reconocimiento del daño causado.
El CNE, amparado en la Ley 2453 de 2025, que sanciona la violencia política contra las mujeres, determinó que las expresiones de Polo Polo constituían violencia política de género y le ordenó emitir una disculpa pública, clara y concreta. Pero el congresista respondió con un gesto simbólico y burlón: un texto sin contexto, publicado a la 1:00 a.m., que incluso editó horas después para hacerlo más ambiguo.

El Machismo político de Miguel Polo a Polo
El episodio no es anecdótico. Representa una constante en la política colombiana: el uso del sarcasmo, la burla y la maternidad como armas de desprestigio contra las mujeres. Durante meses, Polo Polo llamó a Carrascal “mamá sufrida” y “víctima profesional”, reduciendo su labor parlamentaria a estereotipos de debilidad o emocionalidad.
Estos ataques, amparados bajo el discurso de “libertad de expresión”, son parte de un patrón estructural de violencia simbólica que busca deslegitimar la voz de las mujeres en los espacios de poder.
Carrascal respondió con contundencia:
“Las mujeres no estamos obligadas a aceptar disculpas vacías ni tibias. La violencia política no se corrige con cinismo ni sarcasmo”.
Su declaración no solo interpela a Polo Polo, sino al sistema político en su conjunto, donde la misoginia suele camuflarse como polémica o “humor”.
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l fallo del CNE: un precedente legal contra la violencia política de género
La resolución del Consejo Nacional Electoral representa un paso histórico. Por primera vez, un órgano de control electoral sanciona expresamente la violencia política de género y ordena medidas reparadoras.
La Ley 2453 de 2025, de la cual Carrascal es coautora, exige que las disculpas sean claras, expresas y concretas, no meras formalidades vacías.
El incumplimiento por parte de Polo Polo abre la puerta a sanciones adicionales, pues la ley también contempla medidas disciplinarias y administrativas ante la reincidencia o el desacato.
Pero más allá de lo jurídico, el caso tiene un valor simbólico: marca el inicio de una era donde el machismo político deja de ser impune.
Polo Polo se disculpa sin disculparse « ¿El tigre se le comió hasta la lengua?»
El autodenominado defensor de la libertad de expresión, Miguel Polo Polo, volvió al centro del debate nacional tras emitir unas supuestas disculpas públicas por sus agresiones verbales hacia colectivos feministas y periodistas. Sin embargo, su mensaje, más que un acto de arrepentimiento, pareció una estrategia de control de daños.
Su lenguaje ensayado, su tono distante y la ausencia de autocrítica revelan que el perdón no nació del reconocimiento, sino del cálculo. En política, pedir disculpas sin convicción se ha vuelto costumbre; un ritual mediático para aplacar el escándalo y esquivar la sanción ética.
La frase que retumbó en redes no fue la del perdón, sino la de la indignación colectiva. La ciudadanía —especialmente las mujeres— exigió respeto, no discursos de libreto. Y es que cuando la misoginia se disfraza de “opinión política”, la democracia retrocede.
El sarcasmo y la ironía en la práctica de Polo Polo
Polo Polo, quien en reiteradas ocasiones ha utilizado el sarcasmo y la burla para ganar visibilidad, enfrenta ahora un contexto distinto: ya nadie ríe con sus provocaciones. Su silencio posterior, su repentino tono mesurado y su desaparición del debate público dejan entrever que, esta vez, el personaje perdió el control del espectáculo.
Como diría el pueblo con su sabiduría punzante, “a Polo Polo el tigre como que se le comió hasta la lengua”. Una metáfora perfecta para un político que basó su carrera en el ruido y que hoy no encuentra palabras cuando se enfrenta al eco de su propio discurso. Es decir, «un político que se creía pantera rugiendo contra el feminismo, hoy guarda silencio » .
La ironía es que el silencio —ese que antes despreciaba— puede ser su única salida digna. Porque hay perdones que no reparan, y silencios que dicen más que mil arengas televisadas.
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