El operativo naval ordenado por el Pentágono reabre el debate sobre la soberanía regional y los límites del derecho internacional en la lucha antidrogas
El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, confirmó que fuerzas militares estadounidenses destruyeron un barco presuntamente vinculado al narcotráfico en el Pacífico oriental, en un ataque que dejó tres personas muertas, según reportó la agencia AFP.
“Una vez más, los terroristas ahora muertos estaban involucrados en el tráfico de drogas en el Pacífico oriental”, escribió Hegseth en su cuenta de X (antes Twitter), reafirmando el tono bélico con el que Washington ha descrito recientemente su ofensiva marítima.
El incidente, ocurrido el miércoles, se enmarca en una campaña militar sin precedentes impulsada por la administración de Donald Trump, que ha catalogado a los cárteles del narcotráfico como una “amenaza terrorista internacional”.
Una ofensiva que cruza los límites del Caribe y el Pacífico
El ataque forma parte de una serie de operaciones consecutivas en el Pacífico y el Caribe, desarrolladas desde septiembre, que incluyen bombardeos y destrucción de embarcaciones acusadas de transportar cocaína y fentanilo.
Según fuentes diplomáticas, varios gobiernos latinoamericanos han expresado su preocupación por la muerte de civiles en algunos de estos operativos y por la falta de coordinación regional en las acciones emprendidas por Washington.
En las últimas semanas, países como Colombia, Panamá y México han exigido respeto a su soberanía marítima y solicitado la apertura de investigaciones internacionales sobre los hechos.
Aunque Estados Unidos sostiene que las operaciones se realizan “en aguas internacionales”, diversos expertos en derecho marítimo sostienen que la línea entre jurisdicción internacional y territorial ha sido cruzada reiteradamente, generando tensiones diplomáticas y jurídicas.
La militarización del mar: política exterior con sello de guerra
Este tipo de operaciones no son nuevas, pero sí más agresivas que en periodos anteriores. La administración Trump ha expandido el enfoque militar de la lucha antidrogas, desplazando buques de guerra y submarinos en el hemisferio occidental bajo la lógica de “neutralizar amenazas no estatales”.
Analistas del derecho internacional y especialistas en seguridad advierten que esta narrativa equipara a narcotraficantes con terroristas, lo que justifica el uso desproporcionado de la fuerza y el debilitamiento de los canales diplomáticos y judiciales tradicionales.
De acuerdo con observadores, la estrategia estadounidense podría abrir la puerta a un nuevo ciclo de intervencionismo marítimo en América Latina, similar al que durante la Guerra Fría se justificó en nombre de la “seguridad hemisférica”.
Colombia y la región, entre la cooperación y la soberanía
En el contexto de las relaciones hemisféricas, Colombia ha mantenido una posición ambivalente: aliada histórica de Washington en materia de seguridad, pero también víctima directa de los impactos colaterales de esta política.
Las recientes operaciones en el Pacífico —cercanas a corredores marítimos donde transitan cargamentos hacia Centroamérica— reavivan la discusión sobre la dependencia regional en materia de defensa y el rol subordinado de los países latinoamericanos frente a la agenda de seguridad de EE. UU.
Mientras tanto, organizaciones de derechos humanos insisten en que la lucha contra el narcotráfico no puede justificar la violación del derecho internacional humanitario ni el uso de la fuerza letal sin debido proceso.
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