La Selección aseguró su cupo al Mundial 2026 con un 3-0 en Barranquilla, aunque la falta de solidez defensiva y la ausencia de un juego compacto preocupan de cara al torneo
La Selección Colombia, con goles de James Rodríguez, Jhon Córdoba y Juan Fernando Quintero, goleó 3-0 a Bolivia en el Metropolitano de Barranquilla y selló su clasificación al Mundial de 2026. El resultado, contundente en el marcador, devuelve al país a la cita mundialista después de ocho años de ausencia. Sin embargo, más allá de la alegría, el rendimiento del equipo sigue dejando preguntas abiertas.
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Un primer tiempo de ansiedad y un gol liberador
El inicio no fue fácil. Bolivia se plantó con orden, presionando alto y aprovechando los titubeos de la zaga colombiana. La defensa local, especialmente en los balones divididos, transmitió inseguridad. Jhon Córdoba, quien llegaba cuestionado por sus últimas actuaciones, tuvo dos opciones claras que el portero Lampe frustró.
La tribuna pedía a Dayro Moreno, pero apareció James Rodríguez, a los 31 minutos, para romper el cero con un remate de primera tras un pase de Santiago Arias. El gol calmó los nervios y permitió llegar al descanso con ventaja.
Una segunda parte con sombras
Tras el descanso, el equipo de Lorenzo perdió claridad. Bolivia tomó la pelota, y por momentos dio la impresión de que los papeles se invertían: Colombia resistía y Bolivia proponía. La defensa, de nuevo, mostró grietas que en un Mundial podrían costar caro.
El ingreso de Juanfer Quintero y Jaminton Campaz parecía no encontrar soluciones inmediatas. Fue solo en el minuto 74, gracias a un contragolpe, que Córdoba se sacudió con un remate potente que desató la fiesta. Minutos después, Luis Díaz construyó la jugada del tercero, que Quintero definió con calidad.
Una clasificación con sabor agridulce
El 3-0 final reflejó la diferencia de planteles, pero no necesariamente la superioridad en el juego. Colombia se clasificó con justicia, sí, pero las dudas en defensa, la falta de un bloque sólido y la dependencia de chispazos individuales siguen siendo una constante.
Ganar no siempre es convencer
El resultado en Barranquilla ofrece un espejismo. Colombia celebró la clasificación y goleó, pero la realidad es que el equipo aún no se ve compacto ni equilibrado. Una defensa frágil, un medio campo intermitente y una delantera que depende más de la inspiración individual que de un plan colectivo son aspectos que deben revisarse con urgencia.
En un Mundial, los errores no se perdonan. Lo que ante Bolivia fue solo un susto, contra selecciones de élite puede ser la diferencia entre avanzar o quedarse fuera en la primera fase. La clasificación era una obligación, no un mérito extraordinario. El verdadero reto comienza ahora: construir un equipo que no viva de la suerte o de destellos, sino que imponga respeto desde el juego.
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