La Cancillería de Colombia reunió al cuerpo diplomático en una experiencia gastronómica basada en la hoja de coca como símbolo de resignificación, cultura y desarrollo
En un evento sin precedentes que mezcla diplomacia, identidad cultural y gastronomía, la Ministra de Relaciones Exteriores, Laura Sarabia, convocó al cuerpo diplomático acreditado en Colombia a una experiencia sensorial y simbólica: una degustación gastronómica basada en la hoja de coca, como parte del proceso de resignificación de esta planta milenaria. Coca con dignidad, y el valor del sazón con aroma a paz y potencial cultural de nuestra patria.
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Desde la sede de la Cancillería en Bogotá, el encuentro tuvo como propósito compartir con embajadores y representantes internacionales la dimensión histórica, medicinal y cultural de la hoja de coca, que ha sido injustamente estigmatizada por su asociación con el narcotráfico, ignorando su verdadero valor ancestral.
Una planta con historia, sabor y saber
La jornada, respaldada por el SENA y la Corporación Gastronómica de Popayán, se enmarca en el proyecto Reto Coca, una iniciativa que promueve el reconocimiento de la coca como símbolo de vida, resiliencia y desarrollo sostenible. Los platos presentados fueron elaborados con ingredientes provenientes de comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas, quienes han usado la coca durante siglos de manera tradicional y ceremonial.
La canciller Sarabia destacó durante su intervención:
La hoja de coca tiene un potencial transformador. Puede ser motor de desarrollo para las regiones más golpeadas por el conflicto, y es parte vital de nuestras raíces culturales
Ciencia, innovación y derechos: claves del nuevo enfoque
Uno de los temas centrales del encuentro fue la necesidad de una revisión crítica de la clasificación de la hoja de coca como estupefaciente, invitando a la comunidad internacional a considerar evidencia científica y enfoques respetuosos de los derechos de los pueblos originarios.
Este nuevo enfoque busca recuperar el sentido original de la hoja: no como materia prima ilícita, sino como símbolo de saber, salud y soberanía cultural. El uso medicinal, industrial y alimentario de la coca está hoy en el centro de investigaciones que podrían abrirle paso a una nueva economía rural basada en la legalidad y el conocimiento ancestral.
Del estigma a la soberanía cultural
Con este tipo de iniciativas, Colombia está redefiniendo su relación con la hoja de coca y con su propia historia. Pasar del discurso de guerra a uno de reconocimiento y justicia cultural no es solo una estrategia política: es una necesidad ética con las comunidades que han sostenido saberes milenarios en medio del conflicto y la exclusión.
La hoja de coca, presentada como un ingrediente en una mesa internacional, se convierte en un símbolo de reconciliación: una hoja que no divide, sino que une memorias, territorios y posibilidades económicas. Colombia no solo quiere cambiar la narrativa: quiere reescribirla desde el sabor, la ciencia y la dignidad.
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