La Secretaria General de Colombia Humana y precandidata a la Cámara por el Pacto Histórico propone abrir un nuevo capítulo en la historia política de Colombia con una Constituyente en 2026
En un mensaje que marca un punto de inflexión en el debate político nacional, la Secretaria General de Colombia Humana y precandidata a la Cámara por el Pacto Histórico planteó la necesidad de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente en Colombia, con el objetivo de devolverle al pueblo el protagonismo y construir un nuevo pacto social acorde con los desafíos del siglo XXI.
La dirigente destacó que, a más de tres décadas de la Constitución de 1991, el país requiere un proceso que recupere el espíritu transformador de aquel momento histórico, pero que ahora esté centrado en garantizar derechos efectivos en salud, educación, justicia y participación ciudadana.
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Una apuesta de esperanza y cambio democrático
Lejos de ver la Constituyente como una amenaza, la propuesta fue presentada como una oportunidad de renovación democrática y modernización institucional. “La institucionalidad no es intocable, es el reflejo de los acuerdos sociales de cada época. Hoy necesitamos cortes dignas, representantes populares y reformas posibles”, afirmó.
Con esta visión, la Constituyente se plantea como un espacio de encuentro ciudadano que permita superar los bloqueos actuales y materializar transformaciones profundas que beneficien directamente a las mayorías.
Atlántico, punto de partida de la pedagogía constituyente
El anuncio incluye un plan pedagógico que iniciará en el Atlántico y se extenderá por todo el país, con el propósito de explicar a la ciudadanía la importancia del proceso y sumar voluntades hacia 2026. “Les pido, únanse conmigo y logrémoslo para 2026”, señaló la precandidata en su declaración.
Hacia un nuevo pacto social
La propuesta llega en un momento clave: Colombia atraviesa debates sobre la necesidad de reformar sus instituciones para responder mejor a las demandas sociales. En este escenario, el llamado a una Constituyente no se presenta como una ruptura, sino como una continuidad histórica del espíritu del 91: abrir las puertas a un país más justo, incluyente y participativo.
El reto será convertir la idea en una conversación nacional que logre unir sectores diversos alrededor de una visión común de futuro. Más que un simple cambio de normas, el proceso constituyente podría convertirse en la posibilidad de reconciliar a Colombia con la democracia y con su gente.
¿un nuevo 1991 en el horizonte?
El planteamiento llega en un contexto de tensión política y desgaste institucional. La percepción de que el Congreso y la justicia están dominados por intereses particulares ha ganado terreno en la opinión pública. Sin embargo, la propuesta de una Asamblea Nacional Constituyente abre una discusión mayor: ¿es posible un nuevo pacto social en Colombia sin fracturar aún más la polarización?
La propuesta tiene dos lecturas. Para sectores críticos del gobierno, representa un riesgo de desestabilización institucional y de concentración de poder. Para quienes la apoyan, se trata de una oportunidad histórica para corregir un modelo que ha bloqueado reformas estructurales en salud, educación y justicia.
Lo cierto es que, con miras a 2026, el llamado a una Constituyente podría convertirse en uno de los debates más álgidos de la campaña electoral. El pasado 1991 regresa, no como nostalgia, sino como un recordatorio de que las instituciones no son inmutables y de que Colombia enfrenta otra vez el dilema de reescribir su contrato social.
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