Desde la Plaza de Bolívar, el presidente Gustavo Petro llamó a las fuerzas sociales y a la ciudadanía a unirse en la construcción de un nuevo pacto nacional: una Asamblea Constituyente para profundizar la democracia y garantizar los derechos del pueblo colombiano
La Plaza de Bolívar de Bogotá fue escenario de un acto político y ciudadano que marca un nuevo capítulo en la historia contemporánea del país. En el marco de la Marcha por la Paz, la Soberanía y la Democracia, el presidente Gustavo Petro convocó al poder constituyente como herramienta legítima para impulsar las transformaciones que el Congreso ha frenado.
“Convocamos al poder constituyente, no para hacer articulitos a favor de mí. No seré presidente cuando esto ocurra. Lo que queremos es que el pueblo decida su propio destino”, señaló el mandatario ante una multitud de ciudadanos y organizaciones sociales.
Con tono sereno y visión de largo alcance, Petro explicó que el objetivo es recoger más de 2,5 millones de firmas, que podrían llegar a 10 millones, para respaldar una ley ciudadana que convoque a una Asamblea Nacional Constituyente.
El pueblo como legislador: un llamado al mandato popular
El mandatario insistió en que la iniciativa no busca reescribir por completo la Constitución de 1991, sino actualizarla para responder a las necesidades sociales más urgentes: la justicia, la equidad y el acceso universal a los derechos fundamentales.
“No se trata de prolongar mandatos, sino de prolongar la esperanza. De construir una Colombia donde la paz y la vida sean el centro del poder político”, afirmó.
La propuesta plantea la creación de un Comité Nacional de Fuerzas Sociales, conformado no por partidos ni funcionarios, sino por movimientos ciudadanos, sindicatos, colectivos de mujeres, campesinos e indígenas, encargados de liderar la recolección de firmas y la redacción del proyecto de ley.
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Antecedentes regionales: Constituyentes que transformaron naciones
La idea de una Asamblea Constituyente no es nueva en América Latina. Al contrario, ha sido instrumento de democratización y modernización del Estado en varios países que, como Colombia hoy, buscaban ampliar derechos y corregir desigualdades estructurales.
Ecuador (2008), la Constituyente liderada por Rafael Correa dio origen a una Carta Magna que reconoció por primera vez los derechos de la naturaleza y fortaleció la participación ciudadana.
Bolivia (2006–2009), la Asamblea convocada por Evo Morales refundó el Estado Plurinacional, integrando las naciones indígenas y promoviendo la justicia social y cultural.
Chile, el proceso constituyente iniciado en 2020, aunque aún en construcción, abrió un debate profundo sobre la necesidad de una democracia más participativa e inclusiva.
Cada una de estas experiencias, con sus matices y desafíos, demostró que el poder constituyente es una vía legítima para reconfigurar el contrato social entre los pueblos y sus gobiernos.
En esa misma línea, Petro propone un proceso de transformación pacífica y popular, guiado por el mandato de las urnas y no por la imposición de los poderes tradicionales.
Una Constituyente para cerrar brechas y abrir horizontes
Petro ha insistido en que la Asamblea Nacional Constituyente sería el camino para aprobar las reformas sociales que el Congreso actual ha bloqueado, entre ellas la reforma laboral, pensional y de salud.
Según el presidente, la Asamblea deberá centrarse en profundizar los derechos sociales, fortalecer la descentralización y garantizar la justicia ambiental y de género.
“Cuando esa Asamblea se instale, yo ya no seré presidente. Pero quiero que el mandato del pueblo sea claro: avanzar hacia un país más justo, más humano y más democrático”, expresó.
El proceso, que se espera se consolide en 2026, busca ser una transición democrática guiada por el pueblo, no un ajuste coyuntural del poder político.
El poder constituyente como nueva ética de la política
El llamado de Petro a una Asamblea Nacional Constituyente no debe leerse como una ruptura, sino como una invitación a renovar el pacto social de 1991. Tres décadas después de aquella Carta que abrió las puertas a la participación y la diversidad, Colombia enfrenta un desafío distinto: convertir los derechos escritos en realidades tangibles para millones de ciudadanos aún excluidos del bienestar y la justicia.
El poder constituyente, entendido como la expresión más pura de la soberanía popular, puede ser el punto de encuentro entre las luchas sociales, el Estado y las nuevas generaciones que exigen equidad, sostenibilidad y dignidad.
Más allá del debate partidista, la propuesta revive un principio esencial de la democracia moderna: que la Constitución no pertenece a los gobiernos, sino a los pueblos que la crean, la defienden y la transforman.
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