La Gobernación de Cundinamarca impulsa convenios por $1.176 millones para fortalecer líneas productivas y garantizar seguridad alimentaria
El campo cundinamarqués sigue recibiendo un impulso decisivo gracias a las inversiones de la Gobernación, que a través de la Secretaría del Agrocampesinado y en coordinación con los municipios, adelanta convenios productivos por más de $1.176 millones. La meta: fortalecer la productividad, mejorar la sostenibilidad y consolidar el desarrollo agropecuario en el departamento.
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Los recursos, que ya impactan a más de 1.100 pequeños y medianos productores rurales, se han traducido en entrega de insumos, material vegetal, equipos e infraestructura para distintas cadenas productivas:
- Útica: $86 millones destinados al sector avícola, con la entrega de gallinas ponedoras a 108 productores.
- La Peña: $549 millones para la cadena panelera, con fertilizantes orgánicos y adecuaciones en trapiches que benefician a 170 unidades productivas.
- Nimaima: $301 millones invertidos en 57 unidades de caña panelera, con mejoras en infraestructura.
- Anolaima: $240 millones para fortalecer a 780 productores frutícolas, mediante material vegetal (guayaba, aguacate, plátano, mango y cítricos) y abono orgánico.
El secretario del Agrocampesinado, Marcos Barreto, destacó el valor social de estas inversiones:
“Cada peso invertido en el sector rural es una inversión en el bienestar de las familias campesinas y en la seguridad alimentaria de Cundinamarca. Estamos construyendo un campo más fuerte, moderno y sostenible”.
Inversión rural como apuesta estratégica
Más allá de las cifras, este plan refleja un cambio de enfoque en la política agropecuaria departamental: pasar de apoyos puntuales a estrategias integrales que buscan generar impacto duradero en las comunidades campesinas.
Los proyectos en Útica, La Peña, Nimaima y Anolaima muestran que la inversión no solo se traduce en insumos, sino en infraestructura productiva y mejoramiento de cadenas de valor, dos elementos claves para aumentar la competitividad del campo frente a mercados regionales y nacionales.
El énfasis en fertilizantes orgánicos, material vegetal diverso y obras sostenibles apunta a un modelo agrícola con menor dependencia de insumos químicos, más amigable con el medio ambiente y alineado con las demandas de consumidores que priorizan la sostenibilidad.
Sin embargo, el gran reto es garantizar que estas inversiones no se diluyan en el corto plazo. La sostenibilidad real dependerá de la asistencia técnica continua, el acceso a mercados y la capacidad de los pequeños productores de organizarse en asociaciones que potencien su competitividad.
En síntesis, lo que hoy se presenta como inversión económica es también una apuesta política: fortalecer la economía campesina como pilar de la seguridad alimentaria y la equidad territorial en Cundinamarca.
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