En 1890, una joven desafió las reglas del imperio británico y demostró que el talento no tiene género, abriendo camino para la igualdad académica en un mundo dominado por hombres
El 7 de junio de 1890 marcó un antes y un después en la historia de la educación y la ciencia. Ese día, Philippa Fawcett, una joven británica de apenas 22 años, alcanzó el primer puesto en los exámenes de matemáticas de la Universidad de Cambridge, superando en un 13% al segundo mejor resultado, algo inédito en la historia académica de la institución.
Lo irónico es que ni siquiera estaba matriculada formalmente: las mujeres no podían hacerlo. Sin embargo, su nombre quedó grabado en la memoria de la ciencia como el de la mujer que le ganó al sistema.
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Cambridge, el epicentro del conocimiento y los prejuicios
Durante el siglo XIX, Cambridge era el corazón intelectual del Imperio británico, donde los exámenes de matemáticas eran considerados el máximo desafío de la inteligencia humana. Los mejores estudiantes recibían el título de “Senior Wrangler”, un reconocimiento reservado únicamente para hombres. Las mujeres, aunque podían presentar los exámenes, eran clasificadas aparte, como si su esfuerzo tuviera un valor distinto.
En aquel contexto, el logro de Fawcett fue más que un triunfo académico: fue una rebelión intelectual contra el machismo institucionalizado. Mientras los estudiantes varones soportaban jornadas maratónicas de exámenes de hasta cinco horas diarias durante ocho días, Philippa igualó e incluso superó sus resultados, demostrando que la excelencia no entiende de género.
Una familia que forjó una pionera
Philippa no nació en cualquier hogar. Era hija de Millicent Garrett Fawcett, líder del movimiento sufragista británico, y de Henry Fawcett, ministro y economista que, pese a su ceguera, impulsó una visión progresista sobre la educación.
En su casa, la igualdad no era un discurso, sino una práctica. Sus padres la educaron para romper las barreras impuestas a las mujeres, y su victoria en Cambridge fue, sin duda, un acto de justicia histórica.
El escándalo académico que cambió la historia
Cuando se revelaron los resultados, la Universidad de Cambridge no tuvo más remedio que reconocer la verdad: una mujer había vencido a todos los hombres.
No obstante, se negaron a otorgarle el título de “Senior Wrangler”, porque “las normas” no lo permitían. La prensa británica y estadounidense estalló en titulares:
“Una dama supera al Senior Wrangler” — Daily News
“El honor de Miss Fawcett: la clase de mujer que conquista Cambridge” — The New York Times
El acontecimiento no solo se convirtió en noticia global, sino también en un símbolo del despertar femenino en la ciencia.
Más allá del aula: el legado de una mente brillante
Tras su victoria, Philippa Fawcett continuó su carrera como docente e investigadora, convirtiéndose en una de las matemáticas más respetadas de su tiempo. Su triunfo inspiró a generaciones de mujeres a ingresar en el mundo científico, y ayudó a acelerar la apertura universitaria para ellas en el Reino Unido.
Su historia recuerda que cada avance en igualdad comienza con alguien que se atreve a desafiar lo imposible.
El número que rompió el silencio
Más allá del talento, el logro de Philippa fue una declaración política y social. En una época en la que las mujeres eran consideradas intelectualmente inferiores, ella demostró que el conocimiento no tiene género. Su victoria no fue solo contra los exámenes de Cambridge, sino contra una estructura patriarcal que veía a la mujer como espectadora y no como protagonista.
Hoy, más de un siglo después, su historia sigue siendo un recordatorio de que la ciencia avanza no solo con fórmulas, sino con coraje.
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