Una columna de concreto en plena estación de TransMilenio… ¿y la seguridad dónde queda? La movilidad no puede improvisarse ni dejar de lado la accesibilidad. Esta intervención no solo pone en riesgo a miles de personas, sino que excluye a quienes más necesitan condiciones dignas para movilizarse.
Si el Capitán Buzz Lightyear aterrizara hoy en Bogotá, seguramente se preguntaría si la ciudad es un experimento fallido de arquitectura alienígena. Una columna de concreto instalada en plena estación de TransMilenio parece una escena sacada de Toy Story, pero no de las divertidas: más bien, una misión espacial mal planeada, donde lo que debía ser una solución termina siendo un obstáculo monumental. Bogotá y la ciencia ficción en acción.
«¡Hasta el infinito y más allá!», diría Buzz… pero en esta estación apenas podemos aspirar a caminar en línea recta.
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Un diseño fuera de órbita
El objetivo de una infraestructura pública es claro: facilitar el tránsito, mejorar la experiencia urbana, garantizar seguridad y accesibilidad. Sin embargo, esta columna en medio del paso peatonal parece desafiar todas esas premisas. Es como si en pleno vuelo, la nave de Lightyear tuviera una roca en la cabina.
La pregunta que muchos bogotanos se hacen es legítima: ¿cómo es posible que en la “ciudad inteligente” se permita una intervención que ignora las dinámicas humanas más básicas? ¿Y lo más grave? Nadie parece saber quién autorizó este disparate… ni quién lo va a corregir.
Accesibilidad intergaláctica… pero solo en las películas
Buzz Lightyear cuenta con alas retráctiles, propulsores y sensores que le permiten esquivar obstáculos. Las personas con discapacidad, no. Y una columna en medio de una estación no es solo un error técnico: es una barrera directa contra la inclusión y la movilidad digna.
Mientras en Toy Story los personajes enfrentan retos con ingenio, en Bogotá las personas en silla de ruedas enfrentan retos con resignación, porque la ciudad sigue sin ser pensada para todos. ¿Dónde está la normativa de accesibilidad? ¿Dónde quedó el enfoque diferencial del que tanto se habla?
Misiones fallidas, cuentas pendientes
Así como Buzz Lightyear tenía su comando estelar, Bogotá tiene su gabinete técnico. Pero cuando se ejecutan obras como esta, pareciera que la ciudad opera en piloto automático. Las decisiones se toman sin análisis real del impacto social, económico y legal. Y lo peor es que, al igual que en la ciencia ficción, nadie responde.
¿Cuánto costó esta estructura? ¿Quién autorizó su instalación? ¿Hay algún plan para corregirla o seguiremos normalizando la improvisación como política pública?
Una ciudad sin brújula, sin Jet Pack
Bogotá necesita más planeación y menos parche. No se trata solo de levantar concreto, sino de construir ciudad con criterio, sensibilidad y enfoque humano. Porque mientras Buzz Lightyear vuela para salvar mundos, en la capital parece que no podemos ni garantizar un pasillo libre para caminar.
La ciudadanía merece más que excusas envueltas en lenguaje técnico. Merece transparencia, rendición de cuentas y, sobre todo, espacios seguros y accesibles. No es mucho pedir. No se necesita una nave espacial. Solo voluntad política y respeto por quienes caminan (o ruedan) cada día esta ciudad. Bogotá y la ciencia ficción en acción ¿Qué tuvo en la mente el alcalde Carlos Fernando Galán?
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